jueves, 30 de enero de 2014

30 / 01 / 14



Cornerrollo diario

Hay días que te levantas con el pie derecho (sobre todo los zurdos). Has dormido mal, tienes sueño y te invade lo que comúnmente llamamos cabreo de incógnito.

¿Por qué de incógnito? Sencillo. Porque por mucho que te lo indiquen, vas a negar durante el resto del día que estés cabreado.

Empezará con tu viaje diario al trabajo, a la escuela o allá donde quiera que vayas por la mañana. Lo que en general es rutina, de pronto se convierte en algo diseñado, planeado y perfectamente ejecutado para sacarte de tus casillas.

El hombre que no atina a meter la tarjeta del metro en la ranura se convierte en tu némesis matutina. Estarás a escasos segundos de arrebatársela de la mano, picar por él y soltarle, siempre conservando la compostura y los buenos modales, que si tan difícil le parece meter la tarjetita, no sabes qué hará con su pareja en la cama.

Continuará con los músicos que deleitan nuestras mañanas con dulces apuntes de reggaeton rumano o imitaciones (corporales, que no de voz) de Elvis Presley, a los que desearás enjuiciar como se hacía antaño, con un buen cepo y un hierro al rojo para marcar reses.

Tus compañeros de trabajo harán lo imposible para que notes en cada uno de sus gestos lo inútiles que son. Tu jefe, en general sólo odiado en la medida en que te explota y te fustiga con látigos imaginarios, aparecerá colgado por sus partes en una horca casera que habrás diseñado en tu imaginación en un alarde de ingeniería aplicada.

La hora del café se verá animada con tus gruñidos, que no palabras, como respuesta a todo intento de iniciar una conversación. La vuelta a casa será un calco a la matutina, y creerás reconocer al estúpido que no sabe qué hacer con su pareja en la cama, al exitoso Reggaetonero rumano y al Elvis pastillero, aunque ahora vaya disfrazado de Freddy Mercuri amostachado.

Llegarás a casa, cerrarás la puerta con un sonoro portazo para indicar al vecino que hoy no estás de humor para escuchar, como escuchan, gracias al volumen que aportan dos bafles de 60W (qué buena es la tecnología), todos los vecinos del bloque, el Sálvame vespertino y te estirarás en el sofá con un vaso de leche con Cola-cao calentito en el que se diluirá toda la mala leche del día.

Será entonces y sólo entonces cuando reconocerás, aunque a regañadientes, que quizás hoy no ha sido tu mejor día. Pero qué narices. ¡Mi cabreo es mío!

¡Un abrazote!


P.D. Con tanto rollo tengo grandes posibilidades de triunfar en el ramo del Kebab. 

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