jueves, 23 de enero de 2014

23 / 01 / 14




Etiquetar nunca da buen resultado. Entre otras cosas porque, desde el momento que se produce, encorseta aquello que se etiqueta.

El ejemplo más claro está en la sexualidad. Desde el momento en que defines tus preferencias eres inmediatamente etiquetado. Hetero, gay, lesbiana, bisexual, Julio Iglesias (si te lo comes todo). 

No puedo generalizar, claro. En mi caso, siempre me han gustado las mujeres. Pero al etiquetarme de heterosexual, están reduciendo mis opciones considerando que no hay ninguna otra posibilidad. Y no es cierto. Quizás sólo me gustan las mujeres. O quizás es que aún no he encontrado el tipo de hombre que realmente me pone.

Ahora a despertar conciencias. Que levanten el dedo (os vigilo por Skype) todos aquellos heteros que  han tenido intensas historias de amor con compañeros del mismo sexo (interesante...de momento, sólo ha levantado el dedo mi abuela) Digámoslo de otro modo. Quitando el factor sexual, quién no ha tenido un "amigo", "amiga" con quien compartes gustos, temperamento, humor, vamos, lo que una pareja que ha compartido 40 años de su vida, y cuyas caderas de titanio y la fragilidad ósea han dejado el sexo atrás. 

¿No es eso amor disfrazado de fraternidad?

Pues ahí lo dejo, que hoy vamos un poco tarde. Por mi parte, sigo abierto a encontrar al hombre de mi vida. Mientras, si hay alguna mujer que quiera serlo entre semana, tampoco voy a negarme. Soy de carácter facilón.

¡Un abrazote!

P.D. Prefiero fotos de cara (Sí, va por todos aquellos que ya estaban sacando fotos a sus compañeros peludos o depilados) 



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