martes, 18 de marzo de 2014

18 / 03 / 14

 Hoy viñetas por partida cuádruple. Se ve que la fusión de Vodafón y Ono no le sentó demasiado bien a mi conexión. Y ya está disponible el Cornerrollo, tras las viñetas.

Un besazo para todos mis conocidos (y desconocidos) que siguen padeciendo la ausencia solar. Sabed que no todo ha sido en vano. Gracias a ello, ya hay un dicho popular que se ha agregado a nuestro léxico diario: Tengo menos sexo que los gallegos sol.
¡Un abrazote!


Cornerrollo (casi) diario

Superadas crisis existenciales, superadas crisis orgánicas, superadas crisis mentales, nos encontramos en esa etapa inclasificable de la vida en que, definitivamente no eres joven (no hay Bótox, retoque quirúrgico o pasamontañas capaz de disimularlo), pero tampoco eres viejo (entendiendo la vejez como la edad del titanio y sus excelentes caderas modelo Terminator), que va de los 45 a los 55 años. 

Comprendemos la inevitabilidad del paso del tiempo y el verdadero lugar donde reside la belleza, que no es otro que en nuestro interior. Y es tan grande la noticia, tan grande el descubrimiento, que se extiende más rápido que la pólvora, con más velocidad que un Fórmula 1 pilotado por cualquiera que no sea Fernando Alonso, con más celeridad que un tuit profundo sobre Felaciónes y Tetonas… Hasta llegar a nuestro médico de cabecera.

De pronto, cualquier interés en nuestras rodillas, eccemas o lunares que, si se miran con los ojos entrecerrados, aparentan la cara de Mick Jagger, desaparece. Ahora nuestro médico sólo tiene una obsesión. Conocernos bien, perfectamente, como nadie nos haya conocido jamás. Por dentro.

Colonoscopias,  tactos rectales, gastroscopias… Tu cuerpo será invadido por tantas cámaras que no sabrás si estás viendo el final de tu intestino delgado o un “reality” de Tele 5. Tendrás la tentación de enviar mensajes de texto con la palabra Próstata SI / Próstata NO al 5552 para ver si te toca un viaje a la china, donde se comenta que los doctores no poseen índices del tamaño de butifarras. Incluso recibirás copias de esos vídeos para que puedas utilizar la moviola y cerciorarte de que no había fuera de juego durante la prospección.

Si has tenido críos, lo más probable es que empiecen a tener sus propias vidas (estudiando, trabajando, traficando) y ese gran espacio que has dedicado a ellos durante tantos y tantos años, te golpearán como al esclavo que de pronto se le informa de que es libre. Sí, eres libre. Pero, ¿libre para qué? 

Empieza entonces la etapa de los Hobbies; ocupaciones que irán de lo habitual (fotografía, pintura, modelado de arcilla) a lo inverosímil (meditación, viajes astrales, Spinning Yoga). Y no tiene nada de malo. ¡Al revés! Es bueno probar cosas nuevas. No lo es tanto la obsesión con la que muchos acogerán estas nuevas ocupaciones.

Las casas se llenarán de potes, jarrones o arte abstracto que pretenden pasar por potes y jarrones. Olor a pintura, a líquido de revelado, cedés de música trascendental con aullidos susurrantes de ballenas en celo o imágenes del gurú Zalam, encargado de la recogida de los elegidos en el portal espacio temporal.

Llegará también el inevitable desfase tecnológico. Unas gafas bifocales se convertirán en algo más difícil de utilizar que las google glass, y cualquier pipiolo que acabe de entrar en tu trabajo te dará consejos y te enseñará a manejarlas con un bufido mientras practica el clásico movimiento de entornado de ojos que todos sabemos significa, más o menos, ¿de qué parque Jurásico ha escapado este tipo?

El número de siglas que oirás pronunciar a diario te darán dolor de cabeza. Escucharás novedades tecnológicas que tu cerebro se negará a reconocer como maquinaria y las pasará de inmediato al departamento de magia y recordarás con pesar, aquel momento en que programabas el vídeo sin ningún tipo de problema ante las miradas de sorpresa de tus abuelos.  

En lo personal, debería haberse conseguido un cierto grado de estabilidad, ya sea en pareja o solos, aceptando y disfrutando de esa condición. No estoy hablando de abandonar la esperanza del amor (qué bonito ha quedado) ni mucho menos. Simplemente se trata de acoger con estoicidad el momento en el que estás sin que te obsesione la necesidad de cambiarlo. Si llega, estupendo. Si no, mejor sólo que mal acompañado.

Se te clasificará inmediatamente con etiquetas que no tienen por qué corresponder a la realidad; que si Cougar, que si padres carcas, que si loca de los gatos, que si Bates (hombres de más 45 años que vive en casa de su madre), que si Hippies fuma porros....

Y para acabar con algo positivo, que lo hay, y mucho, te conocerás tan bien que no necesitarás de energéticos saltos del tigre, inverosímiles posiciones kamasutrescas o maratonianos sprints sexuales para proporcionar o recibir placer. El sexo se convertirá en un placer equiparable al de un enólogo al encontrar un buen vino. Se tomará con calma, dejándolo respirar. Disfrutando del placer de toda la operación, no sólo de la parte de los gruñidos, sudores, mordiscos, máscaras de látex y fustas calienta culos (¡no me juzguéis!)

Como siempre me dejo multitud de cosas en el tintero (y en el fondo de mi cerebro), pero no quiero cansar al personal. Así que lo dejamos por hoy con este

¡Abrazote!

P.D. Lo de las fustas, el látex, los mordiscos… Era broma. A no ser que os guste en cuyo caso…  (Ese momento en que deberías ordenar a tus dedos parar…) 

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