Cornerrollo diario
Tras la pubertad, llega la hora de disfrutar. Somos mayores, nos dejan votar (sí, a todos, miedito), podemos entrar en un Bingo (cosas más raras se han hecho), comprar tabaco sin utilizar al compañero que cuenta con barba desde los 13, comprar alcohol sin disimular añadiendo un par de interviús y seguir mostrando una y otra vez el carnet en las discotecas ante la mirada de recelo de los seguratas que han dejado entrar, antes que a ti, a dos preciosas jóvenes a las que no echabas la mitad de tu edad.
La sabiduría popular enmarca esta etapa vital desde la entrada a la Universidad (Módulos, FP, primeros trabajos) a la salida (del Módulo, de la FP, del paro). Como soy un dinosaurio, y la sociedad ha cambiado tanto (hablamos sobre todo a nivel económico) no me atrevo a conjeturar cuál es el punto que marca, hoy día, el final de este periodo.
Pero en mis tiempos (pronunciadlo con voz ajada y temblorosa para darle realismo) uno sabía que se acababa este ciclo cuando en un bar, a eso de las 2 de la madrugada, con la mesa llena de cervezas, kalimotxo y algún combinado, rodeado de tus amigos en estado semi-ebrio, entre risas y recuerdos de fechorías que cometisteis diez años atrás, alguien pronunciaba con la dificultad del que quiere que le entiendan yendo cocido, la palabra hipoteca.
Nunca una palabra había sido tan poderosa desde Supercalifragilisticoespialidoso o ¡Expeliarmus! Nunca una sola palabra había podido desviar una conversación sobre la longitud, el peso y la firmeza de los pechos de Marta Sánchez a otra sobre la flexibilidad, la volatibilidad y la capacidad del euríbor trimestral.
Y una vez pronunciada, no hay vuelta atrás, acabas de entrar en la edad adulta.
Atrás quedarán las juergas, la disgregación de los amigos de la infancia, la creación de nuevos grupos de amigos con tus mismos intereses, los primeros amores serios, los primeros odios hacia las parejas de tus amigos, los primeros coches, los primeros viajes “colegueros”, los primeros (y últimos) “¡No hay huevos!”, si tienes suerte, mucho sexo, si tienes mala suerte, algún sexo y si no crees en la suerte, mucho amor propio manual, las primeras reflexiones acerca de cómo la vida pasa entre los dedos, el miedo al futuro, la añoranza del pasado sencillo y un montón de cosas más que a los que tienen más de treinta años les acaba de hacer suspirar y a los menores temblar de miedo por lo que les viene encima.
Y con este párrafo filosófico-festivo terminaremos el rollo de hoy. Mañana más, pero con mucho menos.
¡Un abrazote!
P.D. Si dices tres veces Hipoteca ante el espejo, el Íbex35 baja de los 10 mil puntos y Zara pone de moda las hombreras para bebés.
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