Se acerca paulativamente el final de las vacaciones y se prepara la temida depresión post-vacacional.
Cierto es que, desde hace algunos años, no se trata de una depresión lineal, sino que viene encadenada por varias depresiones que se enlazan empezando por la depresión pre-vacacional, siguiendo con la depresión vacacional, continuando con la depresión post-vacacional y enlazando directamente con la depresión por vacaciones forzosas a las que nos tienen acostumbrados desde que se inició la maldita crisis.
¿Soluciones? Pocas. Aunque reírse un rato, aunque sea de las propias miserias, nunca ha sido un mal tratamiento.
Así que a reír, ya sabeis, eso que se hace ensanchando la boca y haciendo como que se tose pero sin soltar esputo.
¡Un abrazote!
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