Puesto que no hay nada que discutir por ninguna de las dos partes, uno se pregunta de qué hablarán durante el encuentro. ¿De la comodidad del Ave? ¿Chocarán los cinco por haber construido al fin una línea no deficitaria, una línea que, sorprendentemente, funciona (resulta extraño que ha nadie se le hubiera ocurrido antes, ¿verdad?)? O quizá hablarán del tiempo comparando el bochorno Barcelonés (acuoso, pegajoso, oloroso) con el Madrileño (tostado, asfixiante, churruscador).
¿Habrá miradas de deseo? ¿Será deseo carnal? ¿Será odio cargado de deseo? ¿Será uno de los tres deseos cumplidos de tanto frotar (sin erotismo alguno) la lámpara maravillosa? ¿Comerán pastitas con te? ¿Se pasarán al bocata de calamares, que es más seco y cuesta más de tragar, con lo que el silencio queda garantizado?
Y ya que estamos, ¿hacen falta dos años para organizar un encuentro? Con lo fácil que resulta utilizar el whatsapp. Enviar caquita, dedo medio levantado, caquita y carita enfadada es mucho más económico que enviar a todo un séquito a Madrid para obtener el mismo resultado.
Mientras tanto, a seguir sufriendo el calor veraniego que es noticia de cabecera en todos los telediarios (¡Hace mucho calor!, ¡En Verano!, ¡Notición!, esperaremos al octubre para que llegue la próxima gran noticia, ¡La gota fría!) y a divertirse con el hipnotismo casero que proporcionan las aspas del ventilador.
¡Un abrazote!
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