Por cierto, de Castelló he aprendido que en Catalunya (lo voy a reducir a Barcelona, que del resto no conozco cómo está el tema) nos timan con la horchata. Aún se están riendo de mí cuando en una horchatería, pedimos dos horchatas grandes, una de ellas con granizado de limón (si no lo habéis probado, es una maravilla, y también se puede hacer con granizado de café) y, de pronto, me llevé la mano al bolsillo pensando, alarmado, que sólo tenía 6 euros y que no iba a ser suficiente.
Pues lo fue. Sí. 2 euritos por cada uno. Y eso que el lugar era un "poco" caro. Con qué cara voy yo ahora a tomarme una horchata en Barcelona cuando allí por un vaso me piden 4'50. Qué hago, les grito directamente ¡ladrones! O pregunto por el impuesto revolucionario que sufre la chufa al entrar en territorio catalán?
A parte de eso, el mismo calor y bochorno infernal, buenas paellas (si sabes dónde ir) y un aroma a (esto sale de la boca de un castellonense) naranjas y especulación.
¡Un abrazote!
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