Hay que ir con cuidado con la práctica usual de terminar los últimos días del año añadiendo, "este es el último", delante de todo cuanto hacemos.
No por nada supersticioso, sino porque no se le hace justicia. Me explico. Si me hago un café y digo, este es el último café del año, y hay la más ligera posibilidad de que este sea realmente mi último café, no tiene sentido añadirle la sacarina (sí, que pasa, intento cuidarme), la leche semi-aguachirlada y bebérmelo como si estuviera compitiendo en un concurso de chupitos.
No, si es el último, tiene que paladearse, reconocer su aroma, el cuerpo, el poso, la añada, y saborearlo reuniendo, en un sólo recuerdo, todos esos cafés que ha acumulado tu cuerpo cafeínico. Esa sí es una forma de homenajear a EL ÚLTIMO café.
Y para los que les guste el subtexto. No, no hablaba de café.
Era Cola-Cao.
¡Un abrazote!
P.D. Esta NO es la última viñeta. Así que no la esniféis.
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