viernes, 31 de enero de 2014

31 / 01 / 13



Cornerrollo diario

Hay mucha gente que no sabe cómo se juega al “juego del agua” y es una pena, porque además de divertido, rejuvenece y fortalece nuestro cuerpo y nuestra mente.

Para empezar, sólo se necesita un calentador de más de 15 años con una salida de gases defectuosa. En términos humanos sería el equivalente a una noche gaseosa tras la ingesta de un buen plato de fabada, coliflor o cualquier alimento con efectos nocivos (para los demás).

Las reglas son sencillas. Pierde el que se congela, quien se queda a medio enjabonar o el primero que grita un improperio cuando desaparece el agua caliente.

Para ganar, hay que tener una gran cantidad de habilidades que sólo se adquieren con la práctica. 

Primero: un excelente control mental del paso del tiempo. Sabes que sólo tienes entre 3 y 5 minutos de agua caliente. Si lo superas, manguerazo guantanamesco. Recomiendo realizar varias sesiones frente a un cronómetro contando mentalmente para adaptar tu ritmo al segundero. Y no, los elefantes y los Mississipis no sirven para nada.

Segundo: Control motriz que permita enjabonar cuerpo y pelo a dos manos. Este es quizá, el punto más complicado, pues casi todos tenemos una mano dominante, que enjabona a la perfección y otra que… dejémoslo en que frota de manera desinteresada. Así que tendrás que elegir. Cabello graso o restos jabonosos axilares.

Tercero y último: Una resistencia Siberiana al frío intenso. No puedo dar consejos, pero yo e entreno en la sección de congelados del Mercadona, que sería mi equivalente a las escaleras de Rocky. Si consigo que no se me desprendan los pezones, estoy preparado.

Animaos y jugad. Es toda una experiencia. Y, en todo caso, también tiene ventajas. ¿Quién no ha querido alguna vez hacer pompas de jabón con el sobaco?

¡Un abrazote!


P.D. Hoy toca pelo graso. 

jueves, 30 de enero de 2014

30 / 01 / 14



Cornerrollo diario

Hay días que te levantas con el pie derecho (sobre todo los zurdos). Has dormido mal, tienes sueño y te invade lo que comúnmente llamamos cabreo de incógnito.

¿Por qué de incógnito? Sencillo. Porque por mucho que te lo indiquen, vas a negar durante el resto del día que estés cabreado.

Empezará con tu viaje diario al trabajo, a la escuela o allá donde quiera que vayas por la mañana. Lo que en general es rutina, de pronto se convierte en algo diseñado, planeado y perfectamente ejecutado para sacarte de tus casillas.

El hombre que no atina a meter la tarjeta del metro en la ranura se convierte en tu némesis matutina. Estarás a escasos segundos de arrebatársela de la mano, picar por él y soltarle, siempre conservando la compostura y los buenos modales, que si tan difícil le parece meter la tarjetita, no sabes qué hará con su pareja en la cama.

Continuará con los músicos que deleitan nuestras mañanas con dulces apuntes de reggaeton rumano o imitaciones (corporales, que no de voz) de Elvis Presley, a los que desearás enjuiciar como se hacía antaño, con un buen cepo y un hierro al rojo para marcar reses.

Tus compañeros de trabajo harán lo imposible para que notes en cada uno de sus gestos lo inútiles que son. Tu jefe, en general sólo odiado en la medida en que te explota y te fustiga con látigos imaginarios, aparecerá colgado por sus partes en una horca casera que habrás diseñado en tu imaginación en un alarde de ingeniería aplicada.

La hora del café se verá animada con tus gruñidos, que no palabras, como respuesta a todo intento de iniciar una conversación. La vuelta a casa será un calco a la matutina, y creerás reconocer al estúpido que no sabe qué hacer con su pareja en la cama, al exitoso Reggaetonero rumano y al Elvis pastillero, aunque ahora vaya disfrazado de Freddy Mercuri amostachado.

Llegarás a casa, cerrarás la puerta con un sonoro portazo para indicar al vecino que hoy no estás de humor para escuchar, como escuchan, gracias al volumen que aportan dos bafles de 60W (qué buena es la tecnología), todos los vecinos del bloque, el Sálvame vespertino y te estirarás en el sofá con un vaso de leche con Cola-cao calentito en el que se diluirá toda la mala leche del día.

Será entonces y sólo entonces cuando reconocerás, aunque a regañadientes, que quizás hoy no ha sido tu mejor día. Pero qué narices. ¡Mi cabreo es mío!

¡Un abrazote!


P.D. Con tanto rollo tengo grandes posibilidades de triunfar en el ramo del Kebab. 

miércoles, 29 de enero de 2014

29 / 01 /14



El problema de la conciencia, entendida como la capacidad de pensar en nosotros mismos como individuos pensantes, no la vocecita gritona que silenciamos cuando guapísimas estudiantes que cobran el sueldo mínimo nos acechan en la calle para que nos unamos a una ONG, es que nos hace seres solidarios, pero no especialmente generosos.

Y eso se traslada a todas las facetas de nuestra vida excepto a una. La distribución de virus, bacterias y enfermedades.

Puede ser el hombre más tacaño, vil y rastrero del mundo, no haber pegado un palo al agua o movido un dedo por otra persona que no seas él mismo que, al llegar la gripe, se montarás en un metro repleto y estornudará con la boca bien abierta. Sin tapujos, sin vergüenza. ¿Poner una mano delante? ¿Para qué? Acabará tu estornudo con un gran suspiro de satisfacción por el trabajo bien hecho y sacará un pañuelo de papel, que a esas horas es más un arma bacteriológica de destrucción masiva que celulosa, y se mocará con potentes bramidos de claxon camionero.

¿No tenía suficiente? ¡No! Primero agitará el pañuelo para asegurar una mejor dispersión. Toserá en todas direcciones, dibujando trazos con el cuello que no se habían visto desde la niña del exorcista. La generosidad, en este punto, no tiene barreras morales. De pronto dejarán de importarle razas, religiones, situación social o condición sexual. Porque hoy, ¡hay virus para todos!
Debemos luchar contra esta lacra social. Finiquitar la generosidad mal entendida. Gritemos al unísono. Mascarillas Michael Jacksoneras para todos.

¡Un abrazote!


P.D. Sí, va por ti, tío del metro. Si mañana no estoy muriendo te perseguiré con una tarrina de Vick Vaporub.

martes, 28 de enero de 2014

28 / 01 / 14



Soy un defensor del buen dormir, del sueño reparador, de los sueños en general y de los eróticos en particular. El descanso cerebral es la clave para una vida sana y plena.

Establecida mi postura, no acabo de entender el por qué de la obligación del sueño en pareja. Claro, hay amor, nos abrazamos, despertamos con mal aliento y pelo embrujado. Lo entiendo. Pero no estoy hablando de eliminar la intimidad, de habitaciones separadas o la supresión del erotismo con pijamas de felpa. Sólo hablo de dormir.

A no ser que tengas una cama tamaño XXL, las noches empiezan con un juego "Kamasutresco" en el que se lucha por conseguir la posición ideal de descanso. Puedes encajarte en modo Tetris por detrás. Lo cual nos deja con un desagradable almuerzo de pelos y la colocación del brazo imposible. Ya sabéis a cuál me refiero. El que queda debajo. ¿Lo sacas y lo colocas junto a su espalda? Provoca lumbago. ¿Por encima de la cabeza? Parece que estés durmiendo pidiendo la cuenta en un Bar. Y sí, siempre se te acaba durmiendo.

Probemos al revés. Ella se encaja tras de ti. Esos pechos que en cualquier otra situación diaria sólo provocan alegría y entusiasmo, se te clavan en la espalda como hastas de toro arqueándote de modo antinatural. El brazo por encima de tu cuerpo es agradable, peró según pasan las horas, parece que aumenta de peso hasta aplastarte.

Cada uno a un lado, entonces. Como dos boxeadores escupiendo sangre a un barreño en un ring. Sí, puedes conciliar el sueño, pero al sonar la campana; empiezan las hostilidades. Un movimiento en falso. patadas extraviadas, codazos sutiles...Todos orquestados con el simple propósito de desvelarte.

No me entendáis mal. Me encanta el contacto físico, las caricias, los mimos que te hacen estremecer. ,Pero acabado el juego: camas individuales.

¡Un abrazote!

P.D. Lo sé. Acabo de escalar seis posiciones en la escala de rancio.






lunes, 27 de enero de 2014

27 / 01 / 14


Empezamos la semana a lo grande. Después de un merecido descanso cumpleañero y las muchas felicitaciones que he recibido a la largo y ancho de la banda larga y ancha, no podía menos que corresponder con una tira especial. Disfrutadla, porque me canso sólo de pensar en tener que hacer algo similar. 

¡Un abrazote!

P.D. ¡No lo puedo contar, pero recibí un regalazo! Permiso concedido para empezar a envidiarme.

viernes, 24 de enero de 2014

24 / 01 / 14


Los transportes públicos, y el metro en particular, no están hechos para ser cómodos, sino eficaces. Los asientos son duros, estrechos y siempre se producen rozamientos que pueden ir de lo excitante a lo incómodo en cuestión de segundos.

En general, la gente hace un buen uso de las instalaciones. Todos somos personas, todos estamos cansados, todos somos expertos jugadores del juego de las sillas y sabemos cómo empujar disimuladamente para conseguir ese preciado asiento. 

Una vez conseguido, te adaptas al espacio reducido. Juntas las piernas, metes los codos y te preparas para algún que otro pisotón o aplastamiento. Sin embargo, dentro de esta jungla humana, aparece la figura del "hombre promoción". Sí, desgraciadamente para mi sexo, siempre es un hombre. Lo reconoceréis facilmente por su Modus Operandi.

Nada más conseguir su asiento, sus piernas se abren como si hubieran sido concebidas con un muelle genético. Puedes incluso oír el ¡Crunch! con que se acompaña la operación. Y una vez esas piernas han alcanzado su cénit de apertura nada, repito, nada conseguirá que se cierren.

Ahí está, ahí lo tenemos. El hombre promoción y su entrepierna ventilada. Ocupando dos espacios y gritando (metafóricamente) estos son mis huevos, están en este lugar y quiero que el resto disfrute de la experiencia visual. 

Por mucho que lo intentes, si te toca sentarte junto al hombre promoción, ninguna de tus artimañas funcionará para que la estancia de tus glúteos resulte mínimamente placentera. Puedes empujar, carraspear, echar miradas asesinas... Nada perturba la abertura de nuestro hombre. Las miradas paqueteras tampoco funcionan. Es más, pueden ser contraproducentes y hacer que la abertura alcance el nivel Van Damme en un abrir y cerrar de ojos. 

Soy hombre. Tampoco me gusta que mi pequeño amigo viaje encajonado pero venga... Incluso él puede llegar a ser persona.

¡Un abrazote!

P.D. En el sofá de mi casa sí que soy un hombre promoción. Aunque en constantes rebajas.


jueves, 23 de enero de 2014

23 / 01 / 14




Etiquetar nunca da buen resultado. Entre otras cosas porque, desde el momento que se produce, encorseta aquello que se etiqueta.

El ejemplo más claro está en la sexualidad. Desde el momento en que defines tus preferencias eres inmediatamente etiquetado. Hetero, gay, lesbiana, bisexual, Julio Iglesias (si te lo comes todo). 

No puedo generalizar, claro. En mi caso, siempre me han gustado las mujeres. Pero al etiquetarme de heterosexual, están reduciendo mis opciones considerando que no hay ninguna otra posibilidad. Y no es cierto. Quizás sólo me gustan las mujeres. O quizás es que aún no he encontrado el tipo de hombre que realmente me pone.

Ahora a despertar conciencias. Que levanten el dedo (os vigilo por Skype) todos aquellos heteros que  han tenido intensas historias de amor con compañeros del mismo sexo (interesante...de momento, sólo ha levantado el dedo mi abuela) Digámoslo de otro modo. Quitando el factor sexual, quién no ha tenido un "amigo", "amiga" con quien compartes gustos, temperamento, humor, vamos, lo que una pareja que ha compartido 40 años de su vida, y cuyas caderas de titanio y la fragilidad ósea han dejado el sexo atrás. 

¿No es eso amor disfrazado de fraternidad?

Pues ahí lo dejo, que hoy vamos un poco tarde. Por mi parte, sigo abierto a encontrar al hombre de mi vida. Mientras, si hay alguna mujer que quiera serlo entre semana, tampoco voy a negarme. Soy de carácter facilón.

¡Un abrazote!

P.D. Prefiero fotos de cara (Sí, va por todos aquellos que ya estaban sacando fotos a sus compañeros peludos o depilados) 



miércoles, 22 de enero de 2014

22 / 01 / 14





Hoy he sufrido un ataque de lo que vulgarmente llamamos "Burocratitis". Si, amigos, una dolencia común que todo el mundo ha de padecer a lo largo de su vida y cuyos síntomas más significativos son, por este orden, calma, modorra, paciencia intranquila, impaciencia, hartazgo, ira contenida, ira creciente y, finalmente, ira desbocada con tendencias homicidas. 

Con el tiempo y las bofetadas, he aprendido que, como en el fútbol, no suelen ser los jugadores los que fallan, sino que es el sistema en el que se ven obligados a jugar. Eso, unido a los recortes, las mofas generales que han tenido que aguantar a lo largo del tiempo por ocupar un cargo que, recordémoslo, se han ganado, haberlo hecho tú, listo, y la mala leche que circula en el aire, no hacen sino ganarse mis más sinceras simpatías.

Dicho esto, también estaremos de acuerdo en que este sistema perverso ha creado, dentro de este grupo de sufridores, una categoría especial de individuo al que yo llamo, sin ser mínimamente espiritual, Satanás. Lo reconoceréis en el acto. 

Su manera de indicar que ha llegado tu turno, es el mismo gesto que supongo en los Emperadores de la antigua Roma antes de tomar la decisión de premiar a los leones con una merienda cristiana y un yogurt. No pregunta, incide. Le molesta tanto el motivo de tu presencia como tu presencia corporal. Te muestra lo estúpido que eres y recibe las preguntas como un ataque de cimitarra que hay que esquivar. Acaba proponiéndote una salida que ambos sabemos no conduce a ninguna parte y, eso sí, al alejarte, deja entrever un par de esos colmillos a los que llama sonrisa mientras recibe a su próxima víctima. 

Si lo veis, evitadlo. Vale la pena coger otro número y esperar 15 minutos más. Lo vale. De verdad. Si tienes que lidiar con él, no lo mires a los ojos. Como los osos, puede tomarlo como una afrenta. Baja el tono de voz. No te muestres simpático, tan solo eficaz. No has venido a hacer amigos. Asiente a todo lo que diga. Una vez. Dos significa pelea. Aguanta la respiración y elude las ofensas. Y así, quizás, sólo quizás, puedas conseguirlo.

¡Un abrazote!

P.D. Sí, era funcionaria y capulla. ¿Veis que fácil resulta separar el trabajo del tipo de persona?


martes, 21 de enero de 2014

21 / 04 / 14




¿Qué ha ocurrido en nuestra sociedad para que un buen par de besos entre caras punzantes esté tan mal visto? En serio, ¿Cuál es el problema? Si me encuentro con un amigo, ¿por qué no plantarle un buen par de besos que digan, ¡estoy encantado de verte!? No veo a ningún hombre quejarse a la hora de hacerlo con una mujer. 

Pero no. Nosotros seguimos el plan cromañón. Ser hombres. Enlazar nuestros dedos opositores en señal de respeto. Apretar. Apretar. Gruñir en señal de aprobación.

Y va más allá, claro. No puede ser una encajada cualquiera. Si es, floja, es una señal inequívoca de que eres una persona endeble, sin carácter. Si aprietas demasiado, agresivo. Si te pasas de un tiempo determinado (desconocido), pegajoso. Si sacudes de arriba a abajo con demasiado ímpetu, un pueblerino. Si usas una coreografía, miembro de alguna tribu urbana. Si haces cosquillas en la palma con uno de tus dedos, rarito.

Todo un compendio de normas que podrían evaporarse de un plumazo con dos buenos ¡Muacs! en cada mejilla (por lo de no dejar a una de ellas abandonada). Se crearían lazos afectivos, muchos se darían cuenta de que su barba de dos días no tanto es la panacea del atractivo como un exfoliante sin invitación, y, por qué no, podríamos derrocar esas estúpidas barreras que nos hacen siempre dudar de nuestra "hombría".

Ahí lo dejo. Pensad en ello. Y mientras,

¡Un abrazote y un par de sonoros Muacs!

P.D. Está socialmente penado escupir los pelos que se quedan en los labios tras un beso con barba. Se deben eliminar de forma discreta para no crear incomodidad. Carmen Lomana.

lunes, 20 de enero de 2014

20 / 01 / 14



Entras en la discoteca. Tu nivel de alcohol en sangre es la adecuada para creerte un John Travolta hetero o un Harrison Ford gay. Eres el amo de la pista. Deslizas tu mirada por el local y te acercas a la barra. No tienes sed, pero no quieres dejar de proporcionar a tus bíceps el entrenamiento adecuado para fortalecerlos y definirlos sujetando una copa. Consigues acceder a una posición privilegiada gracias a sutiles e ingeniosos subterfugios (codazos y empujones) Captas la atención del camarero y Esperas...Esperas... Esperas... Esperas...

Felicidades. Acabas de ingresar en el prestigioso club de los "Ignorados Frente a la Barra" (I.F.B)

Lo primero, no te preocupes. El problema no reside en tu apariencia física. Gente muy atractiva ha sufrido en algún momento de su vida el I.F.B. Para el camarero, cada contacto visual que realice contigo será el primero. Te verá, por supuesto, pero anotará mentalmente que acabas de llegar y, como es su deber, servirá a la persona que tengas a tu lado. 

La comunicación es inútil. La música es demasiado alta para notar tu presencia. Todo intento de sonreír de forma amistosa, aspavientos, fruncimiento de cejas, alzamiento de copa vacía, bostezo irónico o resoplido indignado acabará en fracaso. Acabarás sonriendo a tus colegas de barra, moviendo la cabeza al ritmo de una música que probablemente no te guste, como si estuvieras en  mitad de un orgásmico momento zen.

¿Tiene cura? Desgraciadamente, no. Pero es una enfermedad fácil de llevar si has sido debidamente diagnosticado. Consejos. Pregunta a quien tengas a tu lado qué quiere pedir. Esta maniobra hará que, en cuanto le sirvan a él, si no eres un ser babeante y balbuceante que provoque temor, te pida tu copa por compasión amistosa. Aprovecha tu invisibilidad. Muchos tickets quedarán a tu alcance y nadie sabrá nunca que tú los cogiste. 

En resumen, no sufras. Tardarás pero finalmente conseguirás tu copa. 

¡Un abrazote!

P.D. He sido nombrado presidente de Honor. ¡Viva la IFB






viernes, 17 de enero de 2014

17 / 01 / 14



Algo tienen los espejos cuando son capaces de provocar comportamientos que, en general, resultan extraños en nosotros.

Supongo que la culpa es de la misma naturaleza y el modo en que se acabó definiendo el diseño humano, con su cabeza, sus dos brazos, piernas a juego, atributos sexuales y conciencia de sí mismos. Porque ser auto consciente, comprender que estamos vivos y que un día moriremos, choca de frente con la idea de no poder vernos a nosotros mismos.

¿Qué daño hubiera hecho un par de ojos extensibles? ¿Quién soy? ¿Cómo soy? Fácil. Me saco mi ojo con wifi y me pego un buen repaso. Ah, bien. No es lo que esperaba pero ese, con todos esos defectos, soy yo. Pero no. Nada de eso. Ojos al frente. Bien pegaditos. para que ni siquiera podamos ver al capullo que nos pega collejas en clase.

Y es por eso que los espejos tienen ese poder hipnótico. No se trata de narcisismo (al menos en la mayoría de los casos) sino de auto descubrimiento. ¡Vaya! ahí estoy. ¿Cómo te va? Y de ahí a los comportamientos extraños porque, ¿quién no se para frente al espejo de un ascensor para reconocerse, hacer muecas, poses que utilizas en determinadas ocasiones que crees que resultan sexis pero resultan, como mínimo, inquietantes? Sacadas de lengua, guiños, peinado de último minuto, reconocimiento de granos sospechosos, canas malditas y todo un compendio de comportamientos que, sin espejo, no tendrían cabida.

Pero nada podemos hacer. Los espejos siguen ahí, como el reflejo que admiro ahora mismo en la pantalla de mi ordenador que parece decir... ¡No te enrolles más! Pues le haré caso.

¡Un abrazote!

P.D. Pongo primero las viñetas para que nadie tenga que soportar estos rollos interminables y arriesgarse a sufrir un esguince de dedo al desplazar el ratón.
















jueves, 16 de enero de 2014

16 / 01 / 14

Con todo lo que está pasando, no me he podido contener en dedicar un especial para Burgos y la lucha de los vecinos del barrio del Gamonal.

Excepto por el pequeño grupo de imbéciles que se dedican a tirar por tierra todo el esfuerzo de la comunidad, estáis dando un ejemplo que puede inspirar a muchas generaciones.

Por todo ello. Gracias.

¡Un abrazote!

P.D. Mil perdones por todos los desperfectos causados a vuestra impresionante catedral y muchos ánimos.


miércoles, 15 de enero de 2014

15 / 01 / 14

La asistencia a un funeral nunca es agradable. Desgraciadamente he acudido a unos cuantos, He observado la evolución de estos a lo largo de los años, y he podido confirmar un hecho bastante curioso.

Hablando de ello, un familiar esbozó una teoría que al principio me sorprendió, pero que, una vez alejado de los acontecimientos, comparto totalmente. 

La cuestión es que, aparte del evidente dolor, lloros y demás, se activó una corriente festiva de reencuentro, de charlas atrasadas, de chistes largamente guardados e inapropiados para el momento, que daban un aire surrealista a todo el acto. 

La teoría, me explicaba, es que ya casi no hay bodas, ni bautizos, ni comuniones con lo que ¿cuando se reencuentra la familia al completo? En los funerales. Y claro, hay que ponerse al día. Fotos de hijos, de nietos, de mujeres, de novios, vuelan de un lado a otro. Palmaditas, palmadas y agresiones en la espalda continuas. Invitaciones para hacer visitas, promesas que se incumplirán, parecidos razonables, cuchicheos jugosos, salidas y entradas en armarios... Todo el pack en mitad de un océano de dolor.

Ahora tan sólo hay que esperar a algún emprendedor que impulse la conga fúnebre y tendremos los funerales del S.XXI

¡Un abrazote!

P.D. Conozco a muchos hombres que no les importaría ser la pescadilla que se muerde la cola.



martes, 14 de enero de 2014

14 / 01 / 14

Las viñetas de hoy están dedicadas a mis tíos y a mi prima. 

Nunca es fácil perder a alguien de una forma tan dura y tan injusta. Más cuando se es tan joven. 

Sé de buena tinta que ella leía las viñetas. Y algunas incluso le gustaban. Y aunque son momentos en que reír parece imposible, nunca dejaré de intentar provocar vuestra sonrisa.

Un abrazo muy fuerte para los dos.





viernes, 10 de enero de 2014

10 / 01 / 14

Siempre había oído la expresión "ser un trol" en las redes sociales, y aunque imaginaba más o menos el significado del concepto, hasta ayer no supe cuál es la terrorífica realidad.

La línea temporal es así:

15: 00 Tuiteo (como siempre) la viñeta del día anterior. En este caso, la de un joven buscando trabajo como un zahorí. 

15:01 Recibo una respuesta de un tuitero, alegando que ese chiste era un plagio y me manda el tuit del que, en teoría, yo me he copiado. El tuit dice así (transcrito tal cual): 
Buscar trabajo con una rama en forma de Y.
Como no tengo ni idea de lo que me espera, y siempre voy de buen humor, respondo algo así como: 
¡Vaya, parece que hemos conectado a nivel cerebral!
15:03 Me doy cuenta de que no era una broma y el tuitero está realmente cabreado. Está en su derecho y puedo incluso entender su malestar si realmente cree que tengo tiempo y ganas de leer los 15,000 tuits que recibo al día esperando con malevolencia que haya uno bueno para robarlo y... publicarlo gratuitamente (soy así, un Robin Hood de la tinta) A parte del hecho de que hago las viñetas la noche anterior, porque tengo un trabajo y ganas de comer, pero esa es otra historia.

15:04 Ataca la horda de trolls
De pronto empiezan a enviarme mensajes de gente que no tengo el placer de conocer, para decir que ellos ya lo sabían, que siempre robo y otras gentilezas.

Y ahí es donde me doy cuenta de lo que es un trol. Me siento David el Gnomo, rodeado e incapaz de hacer nada porque diga lo que diga, voy a empeorarlo. Así que me retiro y sigo con mi vida (y mi virus estomacal) que, como el desodorante, no me abandona.

¡Un abrazote!

P.D. Hace diez años, estornudé y me salió algo así como ¡faaceeebuuuk! ¿Podré emprender acciones legales contra Zuckerberg por plagio?




jueves, 9 de enero de 2014

09 / 01 / 14

Ah, ya empiezo a saborear el nuevo año. Sí, acabo de pillar el primer virus del 2014. Esta vez estomacal. Una delicia.Tenéis que probarlo. Es excepcional para reducir los excesos navideños. 

Proporciona una base de ejercicios cardiovasculares cada vez que debes (saltar, correr, arrastrarte) hasta el baño. Tu estómago te regala los oídos con cantos de ballena y aprendes a estructurar tu tiempo en el reservado respondiendo correos atrasados, acabando lecturas pendientes y prestando una atención e interés desmesurado por las instrucciones del champú.

Así que ya sabéis. Dad la bienvenida al primer virus del 14 con los brazos tan abiertos como la puerta del baño.

¡Un abrazote! (a distancia, que estoy en cuarentena)

P.D. Ahora sí que puedo decir que estoy vacío por dentro.



miércoles, 8 de enero de 2014

08 / 01 / 14

He utilizado multitud de ascensores a lo largo de mi vida (sufro de una rara variedad de fobia a las escaleras por su extraña dualidad para subir y bajar al mismo tiempo) y hasta que me trasladé a mi nueva vivienda, nunca había visto una variedad semejante.

Los he visto anchos, alargados, nuevos, de la vieja escuela, aterradores, innovadores, con hilo musical, con voz que anuncia obviedades (estamos subiendo)... 

Pero en el caso que nos ocupa, hablamos del ascensor tipo ataúd.

Lo reconoceréis fácilmente porque suele ser una caja en la que apenas caben dos personas, y en el caso de que ocurra el milagro, y ambos logren encajarse, deberán ponerse de acuerdo para coordinar las respiraciones si se quiere tener un viaje sin roces. 

Comprenderéis que viajar de este modo dificulta enormemente las interacciones sociales. Ya no puedes mirar al techo para simular una gran curiosidad por la arquitectura de la caja, o utilizar el móvil como un futbolista saliendo del autocar, para simular una enorme vida virtual, si no quieres acabar tocando partes de tu vecina que, aunque estimulantes, puede enrarecer la vida comunitaria. 

Toser está prohibido, por supuesto, y hablar del tiempo cuando ambas narices se encuentran a escasos milímetros de iniciar un intenso morreo esquimal no resulta adecuado.

Después de probar y probar, he comprobado que la única manera de sobrevivir a un viaje semejante es utilizando la estrategia del Twister. Sí, utilizad el viaje como el inicio de un juego. Sacad la ruleta y empezad. Mano derecha a botón izquierdo. Mano izquierda sujeta espejo. Y así hasta llegar a tu piso dónde podrás comentar con tu agradecido acompañante quién ha sido el ganador esta vez. Alegra el día, crea buen rollo vecinal y, como ya piensan que soy rarito, tampoco se pierde gran cosa.

¡Un abrazote ascensoril!

P.D. Por las noches a veces veo escalones...





martes, 7 de enero de 2014

07 / 01 / 14

¡Llego tarde, llego tarde! 

Ya parezco el conejo blanco que conducía a Alicia al país de las Maravillas (en serio, nadie, pero nadie, desde los amigos íntimos que recibieron el manuscrito para opinar, a los editores que finalmente le dieron el visto bueno para publicarlo, repito, nadie, le dijo a Lewis Carrol, Alicia, conejo, país de las maravillas... Quizás habría que darle un par de vueltas antes de dárselo a los críos)

En fin, sigo con la resaca de la rave del día 5. Llegué pronto porque siempre me ha gustado ver a los teloneros y descubrir nuevos talentos. Además, quería coger un buen sitio (si me leéis con cierta regularidad, ya habréis notado que tengo un pequeño problema con las alturas, básicamente que no las alcanzo) pero no calculé bien y, al llegar, las hordas de fans incondicionales ya copaban los mejores puestos. 

Aún así el lugar estaba tranquilo hasta que, de pronto, la locura se desató. Gritos, lloros, manotazos. Proyectiles de azúcar que había que esquivar, abuelas histéricas abriéndose paso a codazos, equipos de padre e hijo ensamblados como transformers, los primeros placando, los segundo mordiendo y guiando a golpe de tirón de pelo como la rata cocinera de Ratatouille. 

Intenté salir de aquella aglomeración, pero cuando la libertad estaba a sólo unos metros, aparecieron los Justines Beavers mágicos arropados por bafles rompe tímpanos de última generación y la muchedumbre me pasó por encima.

Tengo suerte. He sobrevivivido a un ataque de alegría colectiva. No hay muchos que puedan contarlo. Y para celebrarlo, me como el único souvenir que pude rescatar. Un caramelo de limón roto que quedó enganchado en la pernera del pantalón. 

Ugh... Está pasado.

¡Un abrazote!




viernes, 3 de enero de 2014

03 / 01 / 14

No se puede entrar a un bazar chino con ideas preconcebidas.

Me explico. No puedes entrar en una de esas tiendas pensando, por poner un ejemplo, necesito un colgador para la entrada de casa. Si lo haces de este modo: FRACASARÁS.

No. El único modo de salir airoso es con la ayuda del pensamiento abstracto. No entras con la imagen de lo que quieres, sino con la idea de lo que necesitas. Una idea no está prefijada, acepta variaciones, cambios de estructura y de función. Quizás no encuentres un colgador, pero, también quizás, una pinza de pared, más un pomo de puerta, más un tablero de juego unido a tres clavos y una alcayata son todo lo que necesitas para obtener tu objetivo.

Recuerda. La idea. El concepto. O también puedes comprar pilas, que son iguales en todos lados.

¡Un abrazote!

P.D. Si se fue a buscar tabaco, no lo encontrarás en un bazar chino.



jueves, 2 de enero de 2014

02 / 01 /14

Y hoy, por fin, estamos en el primer día real del año. Seamos francos, que no paquistas, y reconozcamos que el día uno es un pelele, un monigote enterrado entre brumas, sueño, resaca y depresión. 

No conozco a nadie (aunque los habrá, no me cabe duda) que se levante con la suficiente alegría el día 1 como para disfrutarlo. ¿Y qué ha cambiado? En la Televisión, de momento, nada. Mi cuarto sigue estando hecho unos zorros y mi colon no se siente especialmente renovado. 

Pero no nos vamos a desanimar con sólo un día de andanzas, ¿verdad? Claro que no. Necesitamos tres o cuatro por lo menos antes de volver a desear que llegue ya el 2015.

Entre tanto, lo que sí espero es arrancar unas cuantas sonrisas renovadas, y para ello, nada mejor que un

¡Abrazote!

P.D. Yo sí conseguí ver el pezón subliminal de la Sirenita. O quizás era el mío. En todo caso, era estupendo.







miércoles, 1 de enero de 2014

01 /01 / 14

Despertar sólo el primer día del año no es malo. Sólo quiere decir que la "supuesta" amiga a la que "supuestamente" sedujiste anoche, se ha levantado temprano y se ha ido de casa sin dejar ningún rastro tangible de su estancia.

Propósito 1 cumplido. Creer más en mi mismo.

Propósito 2 incumplido: Ser más realista

En fin, os dejo y me voy a la cama con mi amiga resaquera, que no es linda, pero sí muy guerrera.

¡Un abrazote y feliz entrada de año!

P.D. Me. Muero.




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