¿Qué ha ocurrido en nuestra sociedad para que un buen par de besos entre caras punzantes esté tan mal visto? En serio, ¿Cuál es el problema? Si me encuentro con un amigo, ¿por qué no plantarle un buen par de besos que digan, ¡estoy encantado de verte!? No veo a ningún hombre quejarse a la hora de hacerlo con una mujer.
Pero no. Nosotros seguimos el plan cromañón. Ser hombres. Enlazar nuestros dedos opositores en señal de respeto. Apretar. Apretar. Gruñir en señal de aprobación.
Y va más allá, claro. No puede ser una encajada cualquiera. Si es, floja, es una señal inequívoca de que eres una persona endeble, sin carácter. Si aprietas demasiado, agresivo. Si te pasas de un tiempo determinado (desconocido), pegajoso. Si sacudes de arriba a abajo con demasiado ímpetu, un pueblerino. Si usas una coreografía, miembro de alguna tribu urbana. Si haces cosquillas en la palma con uno de tus dedos, rarito.
Todo un compendio de normas que podrían evaporarse de un plumazo con dos buenos ¡Muacs! en cada mejilla (por lo de no dejar a una de ellas abandonada). Se crearían lazos afectivos, muchos se darían cuenta de que su barba de dos días no tanto es la panacea del atractivo como un exfoliante sin invitación, y, por qué no, podríamos derrocar esas estúpidas barreras que nos hacen siempre dudar de nuestra "hombría".
Ahí lo dejo. Pensad en ello. Y mientras,
¡Un abrazote y un par de sonoros Muacs!
P.D. Está socialmente penado escupir los pelos que se quedan en los labios tras un beso con barba. Se deben eliminar de forma discreta para no crear incomodidad. Carmen Lomana.
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