Entras en la discoteca. Tu nivel de alcohol en sangre es la adecuada para creerte un John Travolta hetero o un Harrison Ford gay. Eres el amo de la pista. Deslizas tu mirada por el local y te acercas a la barra. No tienes sed, pero no quieres dejar de proporcionar a tus bíceps el entrenamiento adecuado para fortalecerlos y definirlos sujetando una copa. Consigues acceder a una posición privilegiada gracias a sutiles e ingeniosos subterfugios (codazos y empujones) Captas la atención del camarero y Esperas...Esperas... Esperas... Esperas...
Felicidades. Acabas de ingresar en el prestigioso club de los "Ignorados Frente a la Barra" (I.F.B)
Lo primero, no te preocupes. El problema no reside en tu apariencia física. Gente muy atractiva ha sufrido en algún momento de su vida el I.F.B. Para el camarero, cada contacto visual que realice contigo será el primero. Te verá, por supuesto, pero anotará mentalmente que acabas de llegar y, como es su deber, servirá a la persona que tengas a tu lado.
La comunicación es inútil. La música es demasiado alta para notar tu presencia. Todo intento de sonreír de forma amistosa, aspavientos, fruncimiento de cejas, alzamiento de copa vacía, bostezo irónico o resoplido indignado acabará en fracaso. Acabarás sonriendo a tus colegas de barra, moviendo la cabeza al ritmo de una música que probablemente no te guste, como si estuvieras en mitad de un orgásmico momento zen.
¿Tiene cura? Desgraciadamente, no. Pero es una enfermedad fácil de llevar si has sido debidamente diagnosticado. Consejos. Pregunta a quien tengas a tu lado qué quiere pedir. Esta maniobra hará que, en cuanto le sirvan a él, si no eres un ser babeante y balbuceante que provoque temor, te pida tu copa por compasión amistosa. Aprovecha tu invisibilidad. Muchos tickets quedarán a tu alcance y nadie sabrá nunca que tú los cogiste.
En resumen, no sufras. Tardarás pero finalmente conseguirás tu copa.
¡Un abrazote!
P.D. He sido nombrado presidente de Honor. ¡Viva la IFB
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