Cornerrollo diario
¡Por fin es viernes! Y con él, llega el fin de semana, el descanso, el mal tiempo y, como no, el fin del mundo.
Ah, ¿todavía no os habéis enterado? Pues sí, mañana, sábado 22 de Febrero, el mundo llega a su fin. Caputo. Finito. ¿Es que llega a las librerías, como ayer comentaba a una amiga, la segunda parte del libro de la Esteban? Belén, esnifa o revienta. O peor, como respondió sabiamente la misma compañera, ¿me han encargado ser el negro de este bestseller cocaínico? Pues no (aunque reconozcámoslo, dada mi situación económica, me bajaría los pantalones tan rápido que el mismo Nacho Vidal vendría a felicitarme).
¿Entonces qué? ¿Un meteorito? ¿El efecto bisiesto? ¿Las memorias de Marhuenda?
No. Esta vez la amenaza lleva el nombre de Ragnarok. ¿Es el nombre del nuevo álbum de Bustamente? No. Mejor aún. Es… La batalla de los Dioses Nórdicos.
Como soy bastante inculto en cuestiones religiosas (mis padres Hippies me llevaron a uno de los primeros colegios que no impartía religión, sino Ética, con lo que me instruí en las buenas maneras y en llegar a ser persona en vez de poder caminar por encima del agua y multiplicar los vinos y los Gin-tonics) he tenido que hacer un larguísimo peregrinaje de documentación para enterarme de qué iba todo esto. Minutos después, tras haber leído con atención la Wikipedia, puedo contaros un poco cómo funciona la cosa.
Resulta que dos facciones de dioses, unos liderados por Odín y otros de la mano de Loki, entrarán en batalla. Entre espadazos, hachazos, escupitajos y entradas a lo Arbeloa, los seres humanos, que habíamos comprado entradas para el evento como si fuera una de aquellas finales del Wrestling donde Hulk Hogan, el Último Guerrero, el Enterrador, el escocés de la faldita y la gaita y otros 20 luchadores se enzarzaban en violentos enfrentamientos, seremos aplastados. Daños colaterales, ya se sabe.
En este caso, la metáfora del Wrestling no es gratuita, porque como en este tipo de eventos, se trata de un combate amañado. Sí, amigos, todos los dioses, al nacer, reciben una copia autografiada del manual del Ragnarok. Allí se detalla con pelos y señales cómo va a discurrir la batalla final. Quién se enfrentará a quién, quien caerá, quién sobrevivirá y quién se perderá el acontecimiento por un fortuito ataque de diarrea. Todo está escrito.
Aun así, como son Dioses poseídos por la testosterona de un Barça-Madrid, acudirán a la batalla por dos razones: primera porque mola pegar coces, y morir en combate es un honor. Segunda porque veneran, comprenden y respetan el concepto de Destino.
Total, los Dioses se unirán en el Ring (la tierra) con sus guiones en mano, haciendo anotaciones de último momento (que sepas que vas a morir no te impide cambiar el diálogo. No es lo mismo abandonar el mundo con un ¡Uuuuurgh, manmatao! Que con un poético, muero liberando la espada, la sangre escapando de mis venas y mi espíritu ascendiendo al Valhalla (salón de los muertos, vaya crack la Wikipedia) que es lo mismo pero en bonito.
Uno a uno, los Dioses perecerán hasta que a Surt, líder de los gigantes de fuego, se le hinchen las narices y diga: ala venga, que mañana estrenan Thor 2 en el plus y quiero llegar a tiempo para hacer palomitas. Dicho y hecho. Surt, en un ataque espantoso de tos tabaquera que se le irá de las manos, quemará la tierra, el sol, las estrellas y el universo. Poquita broma con los gigantes de Fuego.
Pero tranquilos, después de la destrucción, emergerá otra tierra, otro sol, otras coles de Bruselas. Los pocos Dioses que sobreviven, ninguno que aparezca en Marvel, tranquilos, se juntarán para hablar de lo que ha ocurrido. Entre todos reconocerán que quizás se les fue un pelín de las manos y que bueno, ahora que son tan poquitos, por qué no hacer una tregua.
Al mismo tiempo, dos inteligentes humanos que viendo como el fuego de Surt lo arrasaba todo, se escondieron en Yggdrasil, que es, como diría Ikea, ¡un fresno! ¡Un fresno! Perenne. Como sabían que la madera no ardía será un misterio para cuarto Milenio. Pero el resultado es que estos dos repoblarán el mundo y vivirán en armonía con los nuevos Dioses.
Así que ya sabéis, si estáis haciendo planes para el fin de semana, dejadlo todo. Vivid esta noche como si fuera la última y haced como dice el refrán: A quien a buen Fresno se arrima, las llamas de Surt no lo calcinan.
¡Un abrazote!
P.D. Tengo los ojos azules, así que preveo un 50% de posibilidades de ser el elegido. Si alguna vikinga (o mujer en general) quiere acompañarme, iremos juntos a buscar un buen árbol bajo el que cobijarnos (o lo que se tercie)
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